sábado, mayo 03, 2008


Te sientas en la silla que siempre está ahí no sabes cuándo la pusieron, pero está ahí y sólo se queja cuando te sientas en ella, sola.

Piensas en cosas que no tienen sentido mirando atentamente la pared, es blanca pero al perder la vista cada vez se hace más oscura terminando en una oscuridad que no es negra, es vacía, no hay nada, sola.

Caminas por la calle mirando al infinito, prestas atención sólo a las señales para evitar un accidente, sigues pensando en cosas, tu mirada perdida no encuentra rumbo, el camino lo haces sin guía, solo.

Recuerdas cada esfuerzo que has realizado, las cosas que te importan y estás solo mirándote al espejo recién salido de la ducha limpiando el vaho con la mano dejando una marca que indica que estás solo, es la única marca del cristal.

Haces gesto con la cara para despejarte mientras cruzas el semáforo todavía en rojo pero sabes que no van a pasar coches, has pasado tantas veces por ahí a lo largo de los años que sabes cada paso de cebra de memoria, no hace falta esperar a que se ponga verde, el de la intersección está abierto y no pueden pasar mientras, pero te das cuenta de una cosa, lo cruzas solo, eres el único que lo sabe.

Vas al trabajo todos los días, tienes compañeros, hablas con ellos, no consigues hacerte entender, mientras te tomas el café miras de forma desinteresada las paredes de papel del restaurante, pronto pierdes la vista y se hace oscura, vacía, sola.

Llegas a tu casa, esperas que alguien te reciba al llegar, pero pasa una cosa, estás solo.
Te tumbas en la cama con la ropa y tratas de pensar en algo, tienes la mente nublada, agotado del día y sigues andando.

Pasas por el puesto de helados que tan apetecibles te parecen, siempre piensas “algún día me tomaré uno” sabes que ese día no llegará, estas solo no tienes a quién invitar y tener una excusa para tomarlo, a lo mejor pasas por ahí para encontrar a un conocido e invitarlo a probar ese helado con tan buena pinta.

Te secas el pelo y recuerdas cuando tu madre lo hacía de pequeño, ya no está, no quieres recordar cosas tristes, siempre guardas las lágrimas para el momento que no hagan falta, y ahora estás solo.

La toalla huele a rancio debes meterla en la lavadora, el sonido del martillo neumático te hace preguntarte cuándo terminarán las obras de la calle, siempre que lo piensas ha habido obras y siempre las has cruzado solo.

Mueves la cabeza, los ojos dejan su obnubilación, estás en la silla, la puerta se abre…

1 comentario:

Unknown dijo...

Madre mía. Estas hecho un poeta. Me ha encantado leerlo, entre otras cosas porque me iba sintiendo identificado. Levantarte sólo, ir andando sólo a la facultad... Desde que vivo sólo he llegado a la conclusión de que pocas cosas pueden ser peores.

Pero no tiene porqué ser así.